octubre 22, 2014

De garota caraqueña a paisa en cuatro días: la ida

Terminal de pasajeros El Vigía

- Conseguiste pasaje para San Cristóbal?- No, aún... Pero ya casi
- El fotógrafo que quedó seleccionado para el taller irá en su carro, Te quieres ir con él?
- ¡Claro!

Y un domingo a las 4 de la mañana partimos rumbo a San Cristóbal.

Algo así fue la conversación que tuve con un compañero de trabajo, a pocas horas de irnos, juntos, pero por separados para Medellín.

El paso por Portuguesa me pareció eterno

Era la primera vez que realizaba un viaje tan largo por carretera en auto particular, a las 6 de la mañana ya estabamos en Valencia y a las 4 de la tarde ya me encontraba en un hotel en San Cristóbal


Yo me creía una persona conversadora y, al realizar un viaje de 11 horas, descubrí que no era cierto. Por otro lado, me sentía como un perrito que viaja en un auto, con la cabeza fuera, los ojos pelados y la lengua bailante de felicidad... Como me gusta viajar!

Sería mi segunda vez en el Táchira, para  mi compañero, sería un reencuentro con la tierra de sus padres después de muchisimos años de hacer vida en Caracas. Un informático que prefiere ser fotógrafo y no lo culpo, yo también quisiera serlo.

Nunca pierdo una oportunidad para preguntarle a un fotógrafo como hace para realizar una historia y cómo logran ese nivel de intimidad con cada personaje. Recibí una discreta pero convincente respuesta, que me guardo por que algún día me tocará contar la historia de alguien más.

Continuamos compartiendo experiencias. Él, en Río de janeiro como fotoperiodista documentando lo que vivió la gente duurante el mundial de futbol, muchas veces desde una favela, otra veces desde una protesta. Yo le contaba como salí de Venezuela por Cúcuta sin el sello de salida de Venezuela, por que yo si soy bien abusadora!



En algún punto de la carretera, de camino a San Cristóbal, desaparecen las defensas y aparecen las cercas, palos de madera pintados de banco unidos por alambre, suficiente para que los chivos, las vacas y los caballos no se pasen del otro lado. En la segunda parada encontramos una especie de arepera, ferretería, autoperiquitos y tienda de discos. Una cosa maravillosa, podías comer una buena arepa, comprar una tuerca y un disco de música llanera.

Durante el recorrido y en esos momentos donde se te acaban los temas de conversación solo podía pensar: "Que largo es el estado Portuguesa" o "que largo es el estado Táchira, manejas y manejas y no terminas de llegar a San Cristóbal"  la cosa se ponía temerosa cuando comienza a aparecer colas de autos en las estaciones de servicio ¿Conseguiremos gasolina de regreso?




***

Cuando llega el momento de cruzar la frontera contacto al mismo taxista que me llevo la primera vez, mi compañero recién llegaba a mi hotel, él se habría quedado con la familia de una familia y yo en mi hotel de confianza. Cité a Cruz a las 10 y llegó a las 11, estaba echando gasolina.
Esta vez si vamos hacer las cosas bien, le decía a cruz con tono jocoso y el se reía:

- Es que se me olvidó dejarte en la carrera 9 para que te sellaran el pasaporte

- Y yo no sabía que eso se hacia

Yo creía que eso se hacia en el aeropuerto, de mi país, no en el país vecino. La segunda parte inicia de san Cristóbal hasta Cúcuta, Cruz y Marco van conversando sobre como se resuelve la vida las personas en la frontera, yo los escuchaba, miraba el paisaje y seguía escuchando.

El resultado de esa conversación la puedes leer aquí

Al llegar a la carrera 9, una casa con aire acondicionado y algunos funcionarios de la aduana que sellan tu pasaporte. Mientras uno hacia la cola el otro llenaba una dichosa planilla, no sé para que, por que igual llenan tus datos en una computadora. Marco si novedad, pero yo...

-Usted no ha salido de Colombia y tampoco has entrado a Venezuela.


Después de cinco formas distintas de explicarme que como yo nunca sellé salida y para no perder mi vuelo, me dieron un permiso de 90 días. Para remediar la situación, crucé la frontera, me sellaron mi salida del 29 de julio, que fue la última vez que salí de allá y regresé en moto taxi a Venezuela para mi entrada a la fecha.  Eso era para multarme con X cantidad de unidades tributarias.

En este lado del país los motorizados si usan el chaleco con identificación

Después de ese corre corre ya todo se volvió mas normal, el camino árido de Cúcuta diferenciaba el camino verde y fresco de San Antonio. En el aeropuerto, un ves mas me mandan a llevar el pasaporte, ante mi irregularidad, pues yo seguí con mi permiso de 90 días. Aun no comprendo como fue y que pasó, pero ya no me vuelve a suceder.

***
Ahora, llegando a Medellín. Una ciudad que jamás imaginé conocer, me pareció tan amable y fantástica. Lo primero fue salir del aeropuerto. Este quedaba a las afueras por lo que tomas un taxi o un bus, en taxi eran sesenta mil peso, en bus era ocho mil seiscientos pesos, lógicamente me fui en autobús.

Yo estaba súper preocupada por que tenía poco dinero, pero muy poco dinero. Necesitaba llegar hasta el barrio Fátima y todo el mundo me decía que tomara un taxi hasta allá, pero me aterraba hacerlo, pues me daba miedo quedarme sin dinero. Mi primer contacto con la amabilidad paisa fue un taxista.

Yo tenía una mínima, minimisima idea, de a donde me tenía que dirigir, desde Cúcuta conversé con un buen amigo que de Caracas se fue a vivir a Bogotá. Por la premura del viaje, jamás pude conversar con el dueño de una residencia de estudiantes que me ofrecía una habitación. Yo no tenía mucho dinero y no podía pagar una habitación de hotel. Mi amigo, desde Bogotá conversó con el Sr. German para que preparara todo para mi llegada.

Ya había visto fotos del sitio por Google maps por o que tenía una leve idea de como era la casa. Llego a la calle 32 del barrio Fátima y toco el timbre de la casa que vi en la imagen de google maps, nadie atiende, me pongo nerviosa, vuelvo a tocar el timbre y nada. le pregunto a un muchacho sentado en la puerta de su casa y dice no conocer a ningún German en esa cuadra, Le pregunto a otro vecino si le conoce y me dice que en la casa que toco el timbre no es una residencia de estudiantes, sino una casa de familia.

Yo me veía durmiendo en la plaza del frente.

El taxista que me trajo se bajo y se puso a conversar con el señor para preguntar por la casa que busco y luego me dice:

-¿Usted esta segura que esta es la casa?  me dice el taxista

- Claro que si, lo vi en google maps!

- ¿Y no tiene como llamarle? Yo tengo unos minutos libres y le puedo hacer el favor.

Le di el numero al taxista y a continuación se logró comunicar con el sr. German.

- Aló, ¿el señor German? disculpe, pero le hablo por que traigo a una niña de Venezuela y que esta buscando su residencia, ajá, si, Usted me podría hacer el favor de salir para verlo por que estamos cerca, ajá, si ya vamos para allá.
Muchas gracias.

Y hasta que yo no entre a la residencia, ese súper amable señor taxista no se fue.

Uno que viene corriendo por la indiferencia de los caraqueños, quizá, por tanta delincuencia, tanta amabilidad de un desconocido, que gracias a su llamada telefónica, yo no me quede a dormir en la plaza.

5
Yess!