enero 21, 2015

Un rato al mundo perdido

 

Amo viajar!   El 2014 fue mi año de viajes, de salir de mi zona de confort, de caminar a pie la frontera con los bolsillos vacíos, de esperar horas en el aeropuerto a que llegue tu avión después de pasar el cordonazo de San francisco. De Caminar cincuenta y dos kilometro a pie para darte cuenta que eres capaz de morir y renacer con cada paso. 

Fuimos siete los que caminamos esos cincuenta y dos kilómetros, en enero algunos éramos simples conocidos de redacción y en diciembre nos convertimos en familia. Salimos siete y nos encontramos con doce más, luego cuatro más y luego dos... No lo sé, no se como contar "los lazos que unen el alma".


Todos en la cámara de @clara_ramone aunque la foto la haya tomado @patrickdolande

Primero realizamos veinte horas de viaje en auto, Venezuela no es conocida por tener las vías terrestres mas seguras de América latina, el hampa de carretera se encarga de hacer obstáculos para que te accidentes en medio de la nada y actuar quitándotelo todo, hasta la vida. Aun así, tuvimos la mejor suerte del mundo.

Éramos dos autos, cuatro en uno y tres en otro, el resto eran bolsos llenos de inexperiencia, que es lo mismo a ropa de mas, pues subir el tepuy Roraima no es igual a subir el pico Naiguatá, aquello exigía cierta preparación física, además de la ropa a adecuada, pues las mañanas eran muy calurosas y las noches muy frías.

Y de las condiciones físicas, su servidora es maratonista de centro comercial, uno tenía 5 meses de hacerse operado la columna, dos con esguinces y  una pequeña que se estreno con un bajón de tensión. 

Puras joyitas con todas las ganas del mundo de llegar a la cima, de estar en el lugar mas antiguo de la tierra, el planeta Roraima, el Mundo Perdido de Arthur Conan Doyle o las Cataratas paraíso de Carl y Ellie.


Era un viaje especial, sabía que lo sería, el cielo nos sonrió sin lluvia, el cielo era azul, todos los días había un arcoíris y los vientos del norte, secos y frescos que no salen en enero, aparecieron para suavizar al emocionado sol.


Vista del tepuy Kukenan, hermoso e imponente como una fortaleza se despidió a las 5 de la tarde con un arcoiris

No puedes dejar de mirar el suelo por que puedes caer, pero levantas la mirada y vez tu meta, nunca dejas de ver a los tepuyes. El sol no perdona pero el viento de consuela.  


En cualquier momento podías ver pasar a un pemón, un "súper humano" según Patrick, subir y bajar con grandes cargas de peso, eso hace ver tus quejas tan minúsculas e insignificantes, sobre todo por que el integrante número veinte y uno son la cenizas de un ángel que no pudo lograr lo que tú estas haciendo ahora. Tienes que llegar al fin del mundo para darte cuenta de que la vida es maravillosa.  

Un pemón descansa en la sabana, suelen llevar un máximo de 45 kilos, para muchos es su modo de subsistir en esta zona


El regreso. Oh, el regreso!  Puedo decir que estamos aquí. De día una gran camioneta nos chocó y de noche un gran hueco de carretera se nos llevó dos cauchos y dos rines, quince minutos para cambiar dos llantas y dos minutos para darte cuenta que el auto no quería encender. 

Revisa la batería, limpia los bornes, lee el manual... Otro auto se accidentó más atrás por el mismo hoyo.  Las mujeres hacíamos señales con los celulares a modo de coreografía para que los otros conductores nos vieran y fueran mas lento, eso, en caso de que el triangulo no fuera suficiente.   

Vamos a recargar la batería, el auto no enciende... Un auto se detiene con dos personas, No gracias! todo bien. No queríamos confiar de dos extraños, por mas buenas intenciones que pudieran tener. Vamos a llamar a una grúa, la señal no funciona, llamemos a William en Pto. Ordaz, o mejor a Arturo.  

Si... Mejor no!. No se como se llama mi seguro vial...  El chiste de la noche, pasa una patrulla, suena la suena con un toque la sirena y sigue. Llega la hora y media y se detiene una camioneta con familia incluida, se baja un señor... No, un Ángel con acento oriental... Que paso compadrito? pregunta. Su familia espera paciente en una camioneta plateada, veinte minutos mas tarde el auto enciende,  no hubo tiempo para hacer mas extensa el agradecimiento, pues estábamos en medio de la nada. Arrancamos y seguimos sin apagar el carro.  

La camioneta siguió escoltándonos hasta que llegó su camino y se desvió.  

Ese día era 6 de enero, día de reyes, estábamos en de noche en una carretera que solo se iluminaba con algunos escasos ojos de gatos que se alumbraban con las luces de los autos.  Una actriz famosa la asesinaron con su familia ese mismo día un año antes en una carretera del otro lado del país. Los aniversarios de fallecido no debería celebrarse, pero la impunidad del día te obliga a recordar por que te fuiste.

Llegamos a Pto. Ordaz y al segundo día a Caracas.

El saldo, un vidrio menos, dos cauchos nuevos y dos rines reparados. Lo demás fue ganancia. 

La experiencia, inolvidable.