mayo 28, 2015

El bastón


A veces, cuando me encuentro a una persona utilizando cierto tipo de bastón, me vienen a la mente la historia de una amiga. 

Esto paso hace muchísismos años,  Se trata de una de estas tantas familias que son fieles creyentes del "De que vuelan, vuelan", de los que, además de creer en Dios y en los santos de la iglesia, creen en las ánimas, en los venerables, en los que en vida fueron tan buenos que aún, después de muertos, se les sigue pidiendo favores y ellos, siguen concediendo.

El mundo del espiritismo y la santería tienes sus ramificaciones, cosas que yo no voy a analizar ahora, pero la historia de mi amiga amiga que llamaré Mellisa,  comienza con la visita de un palero a la casa de sus abuelos, allá vivía una pequeña prima, hija de sus tios, que accidentalmente se quemó con alcohol. 

La pequeña, que llamaré Rosa, se había quemado el 70% de su cuerpo y sólo tenía 3 años. Recuerdo que esa historia fue muy accidentada. Su tía, que la llamaré Eugenia, limpiaba aquella casa y Rosa, en un momento de distracción, jugaba con alcohol y un fósforo.  El resto se tradujo en días de hospitalización y cirugías postergadas a la espera de reacciones ante un cuerpo tan pequeño, no terminaba de comprender que lo que le estaba pasaba.

El palero, cuyo nombre mi amiga no recuerda, llega por envío de un conocido, un familiar muy lejano, también creyente.  El palero, que no es más que un brujo que usa los “aliados” (muertos) para tener poder (magia), y que en ese momento su presencia generaba mucha suspicacias.

De mostraba tener el afán de ayudarlos, tanta mala suerte a una pequeña tan joven no puede ser otra cosa que un encargo, un trabajo de segundos o terceros que no los quiere con bien.  Los días siguientes fueron de limpieza, de velas, de oraciones, de olores a ruda y ciervo de ovejo. 

Una tarde, el palero se dirigía a casa de Eugenia y de Rosa a sus acostumbradas visitas de rezos. A unas cuantas escalera de la puerta, unos niños jugaban a perseguirse y tropiezan con él haciendo que éste, se lesionara con un fuerte esguince que le dificultaría el caminar. 

Él, a duras penas, logra llegar a la casa de Eugenia. La familia le facilitan un bastón.   
- ¿De quién es el bastón?   
- Del padre de Eugenia.  Le respondieron.

Esa misma tarde el emisario le dice a Eugenia, que Rosa está muy grave, que al consultar a los espiritus le dijeron que ella esta muy grave y que iba a morir. Eugenia, que era de esas mujeres fuertes y emprendedoras, de las sacan sus hijos adelante a como de lugar, así sea de la muerte, tenía como dogma, no permitir que su hija se fuese sin luchar.   

- Entrégame el alma de tu hija. Le ha dicho el palero a Eugenia.

Un mar de miedos, de enojo, de indignación y rabia agobiaron la mente Eugenia.


- ¡Este hombre no vino a ayudarnos! ¡vino hacer sus marramuncias y en mi casa! ¿Como es posible?

Lo echó, lo insultó, le gritó que no volviera nunca  más a esa casa y que si volvía lo denunciaría. El palero se fue y se lleva el bastón. El mismo que le habían prestado para reponerse de la caída.

El palero se marchó, no sin antes, escupir una sarta de maldiciones, que se los llevaría a todos por no permitir levarse la esencia de la niña, hasta al dueño de este bastón pagará!  Él se fue. Pero no sin exclamar improperios entre otras cosas que sonaban terribles en lengua yoruba.

A la mañana siguiente, pero muy temprano. Eugenia recibe una llamada de emergencia. Rosa estaba grave y debían correr al hospital. Ella sale lo más rápido que pudo, el padre de Rosa la lleva conduciendo una camioneta. Unos metros antes de salir de la autopista notan que un un ave esta descendiendo, a medida que se acercaba iban vislumbrando que se trataba de un zamuro, una cuervo grande, un gallinazo. Este iba directo al parabrisas del carro. 

El impacto hizo que perdieran el control y que se fueran contra la defensa. El padre de Rosa era un vivaz conductor y a pesar del susto y de la poca visibilidad, no les pasó nada. El zamuro no logró romper el vidrio, pero si astillarlo.  Era la mas cruda representación de un mensaje con mensaje con desenlace fatal. Un ave negra, inmensa y bañada en sangre, estrellada, muerta. 

La mezcla era de sangre y plumas negras,  el olor a muerte con el vapor de una mañana calurosa, aderezada con la miradas de los curiosos que no podían creer la escena.

Los nervios no eran normales. El carro no volvió a encender después de eso, tampoco era la prioridad en ese momento.  Sólo importaba llegar al hospital y ver a Rosa.  

Entrando por fin al hospital, después de dejar aquella escena. El mar de ideas en la mente de Eugenia no tenía orden, sólo pensaba que su hija pudo empeorar por lo males que hacia el palero en su casa y que ellos, pensando en la buena fe de un familiar, permitieron.  

El resto de la familia de Eugenia, al saberse lo sucedido, decidieron hacer su parte. Limpiaron y buscaron las maneras de voltear "el trabajo"   
- Pero como es posible que un familiar haya hecho todo eso?   
Era la pregunta del millón de dólares.   

Con el tiempo se supo  que nadie envío a nadie.  Ese familiar lejano nunca le dijo a ese palero fuese a buscar a Rosa o su alma.

En algún momento entre historias y comentarios se escuchó de la grave situación de una sobrina lejana. Los paleros se mueven con almas de difuntos que no llegan al final del camino y esta alma tan joven sería un arma eficaz para alimentar su fuerza.  Conocía al padre de Eugenia y dijo que venía de parte de este otro familiar.  

Con el tiempo, Rosa mejoró, fue una larga y dolorosa recuperación. La vida, muchas veces es así, larga y dolorosa y así aprendemos a vivir. Solo por el hecho mismo de vivir. Lleva en su haber un sin fin de operaciones, estiramientos de piel y prótesis por montón. Le dijeron que no sobreviviría y sobrevivió, que su vida no sería fácil y de quien lo és? Que no debería tener hijo y tiene un hermosos varón.

El palero Prometió que se los llevaría a todos, no sabemos en que sentido. La familia de Eugenia hizo las diligencias pertinente y hasta el sol de hoy nada ha ocurrido.  O si. El palero murió. Murió decapitado en un accidente de auto, meses después de lo ocurrido a Rosa. 

Por lo general, la personas que están en ese mundo mueren de maneras muy desagradables. Empezando por que este hombre vivía haciendo el mal. Sabiendo esto, no se puede esperar que muera a sombrerazos. Entre sus últimas promesas, el decía que se los llevárselos a todos, hasta el dueño del bastón.

La historia de ese bastón era muy curiosa, por que el abuelo de Mellisa era de esos señores necios que había que estar detrás de él para tomarse la medicina, tomarse la tensión, ir al médico o usar el bastón para ayudarse a caminar. El bastón estaba siempre en una esquina junta a la entrada. Pero nunca lo usó. 

-Para que? si yo camino bien!   le peleaba a las hijas.

Literalmente no tenía dueño, por que nunca lo usó.   Hasta que el palero lo tomó.

Fin de a historia.