El cotidiano |
Una vez tuve la curiosidad de saber que me deparaba el futuro, por eso, quise aprender a leer la mano, así, como los gitanos. Entonces decidí leer un poco sobre la quiromancia en un pequeño manual para novatos, perdí el interés cuando leí una sección que hablaba de la profundidad de las marcas de la mano, mientras mas profunda y demarcada sean, la persona no podrá cambiar lo que le depara. Mientras que aquellas que tienen marcas suaves y poco pronunciadas tienen la posibilidad de cambiar su destino.
Es difícil pensar que tu vida esta esta escrita en la palma de la mano, parecen cosas que mayormente tienen fuerza cuando solo se trata de un recurso literaturas. Pero aquellas líneas describieron exactamente como eran mis marcas, suaves, poco pronunciadas y claras. Entonces, ¿Para qué quería saber mi futuro si puedo cambiarlo tantas veces yo quiera?
Olvidé todo aquello, entonces decidí abrazar a la vida como viniera y decidí disfrutar la incertidumbre, abrazar la incertidumbre, vivir en ella.
Ahora me sucede igual con los propósitos de fin de año. Lo que me propongo a comienzo de año no son lo mismo que cierran el año, cuando miras hacia atrás y sacas cuenta que algo pasó.
En todo caso, no importa el nuevo propósito de año nuevo. Cambio de opinión muy rápido y lo que me imaginé a comienzos de año, no fue lo mimo que realicé a mediados. Mejor me dedico a vivir.
El desayuno de un día cualquiera |
Este año comencé a vivir sola. Tengo buenos amigos que me dieron buenos consejos me ayudaron a apreciar esta nueva etapa. Aprendí que el pan quemado no se bota, se raspa por un lado, se le unta mantequilla, mermelada o lo que sea y se come.
Por sobre todas las cosas hay que desayunar, no importa lo que sea. Aprendí ese valor cuando salir tarde una mañana, no desayuné y acto seguido, perdí la conciencia unos pocos segundos. Nunca me pasó cuando vivía con mis padres.
El rincón de Marietta |
Amo los rincones, y este año conocí unos cuantos muy interesantes. Discretos, íntimos, hermosos. Me permitieron volar e imaginar como serían sus vidas de los dueños de esos rinconcitos.
El rincón de Berna Pizani |
En uno de ellos me encontré con Reverón, sobre un barquito pintando. Creo que nunca lo había visto tan de cerca como esa tarde.
eran cuatro policías y yo |
Este año viaje dos veces con la policía, una vez por que me había accidentado en plena avenida San Martín, eran las 11 de la noche y era peligroso estar allí. De forma gentil me dejaron en mi casa. La siguiente fue mientras cubría una carrera de montaña. Había terminado mi cobertura y necesitaba llegar a la meta. Iba de lo más cómoda, hasta que le cedí mi puesto a una chica con asma. Yo seguí a pie.
Me fije que los chefs y los ilustradores se cuidan muy bien los dedos |
Hacer fotografía de alimentos no es fácil. Pero después de muchos golpes, muchos intentos y de mucho observar, te das cuenta que es son paisajes, pequeños mundos que puedes manipular y mostrarlos bellamente.
En mi caso, fotografié a unos pequeños reposteros entre 9 de 10 años con la capaces de hacer delicias azucaradas y chocolatadas. ¿Será producto del internet y la televisión por cable? Yo tengo cable e internet y sigo quemando el pan tostado.
Mi pieza favorita es esta exquisita ensalada de gallina. |
El amor, en todas sus formas y presentaciones es maravilloso. No importa si dura un día, tres meses, veinte años o nada, es amor. Es mágico cuando lo sientes o doloroso si lo has perdido. Es amor, no importa. Los del 2015 fueron como una luz de bengala, cortos, hermosos y brillantes.
Disfruto la magia que hay ellos hasta apagarse su luz, un día llegará uno que será como el sol. Entre tanto disfruto de mi caja de luces de bengala. Como disfruto ver como otros encienden sus velas para iluminar sus caminos.
Una novia |